Poseer y
sentir el ritmo es algo muy natural en el ser humano por lo que éste,
se encuentra presente en la mayoría de juegos infantiles.
El ritmo tiene el
valor de ser un regulador admirable de los centros nerviosos, facilitando la
relación entre las órdenes del cerebro y su ejecución por las partes del
cuerpo.
La precisión rítmica depende
de la capacidad motriz del niño, a la vez que la favorece, es un proceso lento
que se ha de ir trabajando progresivamente.
El punto de partida para la
educación del ritmo ha de ser el cuerpo, convirtiéndose la maduración motriz en
un factor condicionante de la capacidad de expresar sonoramente los distintos
ritmos. En este sentido, podemos afirmar que la base verdadera del ritmo se
encuentra en el movimiento corporal.
Teniendo en cuenta, el
desarrollo psicoevolutivo del niño, encontramos que el ritmo se produce desde
la más tierna infancia, ya que el sujeto se entrega a actividades rítmicas de
balanceo, de ajuste de objetos o de sincronización. Si realizamos un eje
cronológico comprobamos que:
Al año y medio, el niño es
capaz de utilizar todo su cuerpo para responder a la música rítmicamente.
Hacia los dos años, su
motricidad va respondiendo ante el fenómeno musical dando golpes con los pies y
moviendo la cabeza.
Con cuatro años el niño va
adquiriendo un mayor control motriz de las extremidades inferiores.
Hacia los cinco años,
comienza la maduración en el desarrollo musical del niño, empezando a coordinar
su propio ritmo y el de la música.
Con seis años la
sincronización del ritmo corporal con el de la música será más eficaz.
Algunas
consideraciones didácticas del ritmo dependen del movimiento natural del niño
que será un punto de partida en el trabajo del ritmo musical. Mediante el
ejercicio rítmico, concretado en las canciones, se conseguirá la regularidad de
la pulsación.
El ritmo es por tanto, el
elemento de la música que incide con más fuerza en la sensibilidad infantil y
es a través del movimiento cómo el niño lo percibe. El trabajo del ritmo está
dividido en diversos aspectos: Ritmo motriz con o sin sonido (Ritmo corporal) y
el Ritmo musical (pulsación y figuras musicales). Estos aspectos se trabajan a
la vez.
Por otro lado, las
canciones motrices constituyen el medio a través del cual se sintetizan
las dos áreas de conocimiento, la educación física y musical. El ritmo tratado
a través de las canciones, presenta sus dos aspectos más significativos: el
ritmo y el movimiento, y el ritmo y la palabra. Siguiendo el espíritu de la
reforma educativa se presenta una metodología basada en la acción y la
globalización como elementos básicos del aprendizaje, a través de estrategias
lúdicas basadas en la motivación y los intereses de los niños. Las letras que
plantean las canciones motrices permiten al niño conectar su aprendizaje con su
experiencia cotidiana.
Para los niños, el canto es
una necesidad y constituye un acto espontáneo que desarrolla la capacidad de
expresión artística y afectiva, contribuyendo al desarrollo global de su
personalidad en sus tres dimensiones: física, intelectual y afectiva. En cuanto
a la melodía, son sencillas, pegadizas y de fácil memorización. El timbre, es
la cualidad del sonido emitido por una voz o un instrumento, que a su vez
permite diferenciarlo de otras voces o instrumentos. En las canciones motrices
se debe presentar una grabación instrumental de gran variedad tímbrica para que
éstas resulten atractivas a los niños.
La metodología de las
canciones motrices debe establecer una secuencia para la enseñanza del texto,
de las habilidades motrices propuestas, ritmo y melodía para facilitar la tarea
final: la entonación de la canción. El procedimiento de la enseñanza de las
canciones motrices debe cumplir estas fases:
Establecer un diálogo con
los niños en torno al tema central.
Iniciar el trabajo sobre las
distintas habilidades motrices: esquema corporal, respiración, relajación,
especialidad, temporalidad…
Comentarles a los niños el
contenido de la canción.
Le enseñamos la melodía de
la canción cantándola con el texto
Realizamos actividades
encaminadas al desarrollo de la memoria auditiva.
Se puede cantar realizando
el mayor número de matices expresivos.
Para trabajar el ritmo se
puede proponer palmear las silabas del texto mientras se canta la canción.
Por último, el planteamiento
de las propuestas metodológicas no tiene por qué seguir una secuenciación
lineal, ya que se pueden realizar aquellas que metodológicamente se crean más
convenientes.
Las actividades
de expresión corporal requieren un desarrollo armónico del movimiento
en el que deberá manifestarse el ritmo interno de la persona. El objetivo
principal es fomentar el gesto como forma de expresión, sin que ello signifique
negar la expresividad del niño en otras formas de actividad física.
El niño puede expresar a
través del movimiento corporal: subjetividad, ideas, emociones y sentimientos.
Subjetividad porque se debe permitir al niño la espontaneidad de los
movimientos, evitando la utilización de gestos convencionales y aprendidos. Se
proponen actividades en las que deban comunicar emociones, sentimientos,
identificándose afectivamente con la situación. Ideas: el niño a través de su
cuerpo podrá comunicar un pensamiento o un significado, se estimula su lenguaje
gestual proponiéndole que represente una idea a través de su cuerpo.
Con la expresión corporal lo
que se consigue es un pleno conocimiento de su propio cuerpo y de las
posibilidades gestuales de cada una de sus partes.
2.
Aplicaciones didácticas
Para expresar sentimientos,
emociones e ideas en niños, debemos posibilitar que sean capaces de conocer su
cuerpo, independizar segmentos corporales cuyo movimiento sea significativo, y
cargar de tensión una determinada zona corporal. Debemos pues, proponer
nuestras actividades de forma que la expresión corporal, el conocimiento y la
conciencia corporal avancen paralelamente.
En el inicio de nuestras
actividades los niños deben estar tranquilos.
Intentaremos respetar al
máximo la espontaneidad en los momentos del niño.
Deberemos entender también,
que respetar la espontaneidad y los movimientos del niño, no significa que éste
deba moverse libremente según su inspiración.
El movimiento natural del
niño será un punto de partida en el trabajo del ritmo musical.
Mediante ejercicios
rítmicos, juegos y canciones, se conseguirá la regularidad de la pulsación
caminando o palmeando. Existe también una coordinación de movimientos con o sin
desplazamiento.
El trabajo del ritmo está
dividido en tres aspectos:
Ritmo
motriz: trabajar el ritmo corporal
Ritmo
musical: pulsación
Ritmo
musical: figuras: musicales.
Estos tres aspectos se
trabajan prácticamente a la vez, pero en la etapa Infantil los más importantes
serian la concienciación e interiorización de la propia pulsación y la
capacidad de sincronizarla a estímulos diversos y a velocidades distintas.
Es preferible que se pueda
acompañar estos movimientos haciendo ritmo y melodía y de esta forma, podremos
obtener distintas velocidades, así como matices y otras variantes.
Recuperado
13/03/15 a las 11:55 am
Escrito
por Sandra Victoria Soler y Juan Martínez Vidal
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